Yo también quiero TRANSformar Madrid

Corazón azul

Corazón azul
Contra la trata de mujeres

Derecha Clerical

viernes, 25 de abril de 2008
La presencia de curas en los comités de ética de hospitales madrileños es inadmisible, no responde ni a la búsqueda del bien común ni al interés general
La presencia de curas en los comités de ética de hospitales madrileños es inadmisible, no responde ni a la búsqueda del bien común ni al interés general, responde más bien a la promoción de un interés particular. La decisión de Esperanza Aguirre se enmarca dentro de la línea política ultraconservadora y clerical que ha caracterizado al Partido Popular durante la pasada legislatura; una lógica de derecha extrema que, parece, se va a mantener en los próximos años. Una lógica inquisitorial, invasora de las libertades individuales que, a estas alturas, sigue más cerca del pensamiento político absolutista de Fernando VII, que de los principios liberales surgidos en la Ilustración. Porque fueron principios como la libertad de credo y pensamiento, como la separación entre Iglesia y Estado, los que dieron vida a la mayor conquista que jamás haya logrado la humanidad: la democracia. Ningún otro sistema político ha logrado defender y promover la libertad, avanzar en la lucha por la igualdad, y generar bienestar como puede hacerlo la democracia. Y puede hacerlo porque renuncia a los dogmas en la esfera pública y los protege en la esfera privada, porque destierra cualquier policía del pensamiento, porque su reino sí es de este mundo y su diosa la razón. No alcanzo a encontrar justificación alguna en la decisión de la señora Aguirre. De hecho, me veo obligado a escribir que, incluso con todo lo que le hemos visto decir y hacer desde su rancio conservadurismo, me ha sorprendido. Me cuesta imaginar una medida más reaccionaria y fundamentalista en la España de nuestro tiempo que situar, dentro del espacio público, al representante de cualquier confesión religiosa entre quienes ejercerán su pericia sobre lo más íntimo que tiene cualquier ser humano: su muerte, nuestro derecho a morir dignamente. Por lo demás, queda claro que Aguirre no tiene nada de liberal y mucho de clerical.

¡Viva el Rosa!

viernes, 18 de abril de 2008
A Berlusconi no le ha gustado el Gobierno de España, le parece “demasiado rosa”. Buena seña
Cuando la derecha de gomina se refugia en lo más rancio, se queda vacía de argumentos democráticos, sociales o económicos y se limita a parapetarse en el machismo, es evidente que vamos por el buen camino. Por el buen camino en todo lo referente a la modernización de nuestro país.
De hecho, fue durante la pasada legislatura, esto es, con un Gobierno paritario, cuando España superó a Italia como potencia económica. Y por el buen camino en algo que todavía es más importante: el fortalecimiento y la ampliación de la democracia que todas y todos compartimos. No, los problemas no surgen, como suele decir la derecha, “donde hay demasiadas mujeres” -¿cuántas son demasiadas mujeres?, ¿cuántas son demasiadas personas homosexuales?...-. Los verdaderos problemas surgen donde no se extirpa el tumor del machismo, que es un tumor presente en todas las dictaduras, en todos los países subdesarrollados y, también, en todas las naciones que se dejan marchitar a sí mismas.
Hay un indicador infalible que comparten todas las naciones más avanzadas: el número de mujeres que están presentes en los puestos de responsabilidad pública y en los consejos de dirección de las empresas. El respaldo de la mayoría ciudadana a Zapatero en las pasadas elecciones generales consolidará la evolución en lo político e impulsará el cambio en las estructuras del sector privado. No es una transformación que agrade precisamente a los sectores más reaccionarios, sean éstos de donde sean, unos callarán como hace Rajoy, otros fanfarronearán como le gusta hacer a Berlusconi, pero es y será un cambio a todo color –arco iris-, que traerá más justicia y más dignidad, más eficacia, más crecimiento, más eficiencia y, desde luego, más decencia a nuestro país

Resígnese

jueves, 10 de abril de 2008
“No me resigno a que nos arrinconen y nos hagan aparecer como enemigos de los homosexuales, cuando no tenemos ninguna tacha de homofobia…”
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Pues resígnese... Esperanza Aguirre ha utilizado de forma interesada los derechos civiles como un arma arrojadiza más para hacerse con el poder en el PP. Es claro que Aguirre se mueve por interés y falta a la verdad. Porque su posición ideológica, como la de Rajoy, es exactamente la misma que sus compañeros de viaje a la derecha extrema: Aquilino Polaino, Ana Botella, Dimas Cuevas, Benigno Blanco, Manuel Fraga… Y su oposición al reconocimiento de la dignidad homosexual y transexual es tan rotunda, como la que escuchamos desde los púlpitos más integristas. Es más, de haber sido diputada en Cortes, habría votado tan en contra como le hubiesen indicado sus amigos los kikos, federicos o legionarios. Eso sí, habría sido más agresiva con quienes defendimos, conquistamos y reconocimos la igualdad plena para lesbianas, gays, bisexuales y mujeres y hombres transexuales, esto es: iguales derechos y con los mismos nombres. No es casual que la señora Aguirre utilice los derechos civiles como referencia de modernidad dentro de su propio partido. Sabe bien que han perdido la batalla y, además, pone de manifiesto que se prepara para intentar reescribir la historia. Así, se empeña en hacer aparecer a su partido como lo que no es, en que olvidemos que el PP convocó y participó en aquella manifestación del 18 de junio de 2005. Aquel día, por las calles de Madrid, se paseó el matrimonio de conveniencia que ha existido siempre entre el integrismo religioso y la ultraderecha política; una manifestación que lo fue en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo pero, también, en contra de la Ley del Divorcio, de la Ley de Adopción, de la investigación con células madre, de la Ley de Reproducción Asistida, de la Ley del Aborto, de las campañas de prevención del vih/sida... En fin, de haber sido por ellos, y por ella, viviríamos en una España completamente diferente a la que ha querido la inmensa mayoría de la ciudadanía durante estos treinta años de democracia.

La derecha insostenible

viernes, 4 de abril de 2008
No existe un combustible más sostenible, una energía más limpia y poderosa que la palabra. Pero si algo ha demostrado el proyecto político que encarna Zapatero, es que tan importante es saber expresar -canalizar- las aspiraciones y demandas de la mayoría, como saber escuchar
Tres décadas no han bastado para que la derecha española aprenda a conducirse democráticamente. Todavía está sin intención alguna de poner freno o, al menos, de mantener bajo control a los sectores más fundamentalistas y radicales de la derecha económica, mediática y religiosa, que han ido anidando en su seno. El Partido Popular no ha logrado, a estas alturas, interiorizar dos principios elementales en la vida pública de cualquier país desarrollado: el diálogo como combustible y la cooperación como motor. Dialogar, deliberar, no es estar de acuerdo, es el primer paso para llegar a un consenso. Y cooperar, colaborar, no es renunciar a nada, es promover el interés general, esto es, el bien común.
No existe un combustible más sostenible, una energía más limpia y poderosa que la palabra. Pero si algo ha demostrado el proyecto político que encarna Zapatero, es que tan importante es saber expresar -canalizar- las aspiraciones y demandas de la mayoría, como saber escuchar y saber respetar a todas las ciudadanas y ciudadanos. Un respeto que, aparte de ser la esencia de la convivencia, vertebró el crecimiento de ese proyecto en la oposición, y está generando el actual crecimiento social, cultural y económico de nuestro país.
De la derecha no puede decirse lo mismo. Su afán por la manipulación, por el insulto o por la mentira, sólo ha servido para contaminar la vida pública de nuestro país. Para nada más. Ni siquiera reconforta comprobar que la misma agresividad que emplearon durante la pasada legislatura frente a todos los demás, esté condicionando el modo en que se relacionan ahora entre ellos mismos. No, no reconforta de ninguna de las maneras. No es una forma de hacer política limpia, saludable... Ni es positivo para ellos, ni lo es para España.